Papá… ¿Por qué somos autónomos?

Si algún colectivo ha demostrado en estos años ser un ejemplo claro de resiliencia, ese ha sido sin duda el trabajador autónomo, en general, y muy particularmente el transportista autónomo.
Para los que ya tienen
algunos años, este titular les recordará una famosa campaña de publicidad de un
club de futbol de primera división, que en aquellos años no atravesaba su mejor
momento, llegando incluso a descender de categoría. Vaya por delante que no se
trata de establecer aquí ningún paralelismo con los transportistas autónomos,
aunque si hay un término que los puede vincular de alguna manera ese sería:
resiliencia.
La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma,
tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como situaciones
estresantes del trabajo o financieras. Y si algún colectivo ha demostrado en
estos años ser un ejemplo claro de resiliencia, ese ha sido sin duda el
trabajador autónomo, en general, y muy particularmente el transportista autónomo.
Desde hace más de 20 años,
la atomización del sector aparece siempre en cualquier informe de mercado como
algo negativo, algo que interfiere en el crecimiento del sector, que resta
competitividad a la actividad y que, por tanto, debería desaparecer.
Llámalo autónomo o
micro pyme, da igual, pero el mercado de transportes en España sigue
necesitando de pequeños empresarios que han sabido profesionalizarse, para
mantenerse en un mercado sumamente competitivo.
Sin embargo, a la vuelta
de esos mismos 20 años, resulta que el 56´2% del total de empresas en
transporte pesado son autónomos, es más, el 88% de las empresas que realizan
transporte público en España tiene menos de cinco camiones. ¿algo no cuadra,
¿no? Llámalo autónomo o micro pyme, da igual, pero el mercado de transportes en
España sigue necesitando de pequeños empresarios que han sabido profesionalizarse,
para mantenerse en un mercado sumamente competitivo.
De hecho, en los últimos
años se había producido un fuerte
incremento de la presencia de la figura del transportista autónomo, motivada,
en parte por la eliminación en 2018 de los requisitos de flota mínima a
instancias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, unido a la posterior
supresión por el Tribunal Supremo de la antigüedad máxima de los vehículos de
transporte de mercancías.
Esta tendencia parece
que se ha roto en 2022, cuando decreció la presencia de autónomos en el sector
del transporte de mercancías con vehículo pesado en España en un 2%. 776
autónomos abandonaban el sector, en un contexto que difícilmente podría
imaginarse peor, mejor dicho…que difícilmente podría imaginarse, sin más, unos
pocos años atrás.
Cuando pensamos en
transportistas nos viene a la cabeza ese gran operador de transportes, con una
flota inmensa de camiones, encargada de la logística de un gran cargador, con
presencia en varios países europeos (entre ellos suele haber siempre alguno del
Este, ¡que coincidencia!), y una pléyade de conductores obligados a entenderse
en esperanto.
Sin embargo, hay más mundo detrás de la gran logística.
Un mundo que en principio no interesa a esos grandes operadores de transporte,
porque no hay volumen suficiente en el que compensar unas tarifas malvendidas,
pero que es igualmente importante en el que la figura del autónomo es y seguirá
siendo imprescindible.